Acabo de regresar del paseo dominical por Santander en bicicleta. Un dia curioso, típico de aquí pero raro. Primero sol con nordeste. Viento fresquito. Luego rolando a sur. Calor. Mediodía con sol que pica, rabioso y con bochorno. Buscando la sombra. Unos pinchos en la caballerizas de la Magdalena y un cafetito en el Polo Norte (La Horadada se llama ahora que La Horadada ya no existe). Y a salir corriendo porque el viento rola a suroeste y el cambio de aire a fresco hace presagiar el chubasco del gallego. Tanto que antes de llegar a la caseta de los prácticos ya chispea y un ruido ensordecedor de velas crujiendo a las rachas fuertes anuncia la retirada por aviso de galerna. Unas gotas gordas me ayudan a meterme en casa y cuando me pongo a cerrar ventanas veo que, como casi siempre, no era para tanto.
Chipiona, octubre 2009
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