martes, 4 de mayo de 2010

Fermosa

Madrid, abril 2010

Sin duda el ser reclamo de inmigrantes ha causado muchas alteraciones en nuestro paisanaje. No sólo los colegios han visto alterado el orden alfabético de nombre y apellidos con fonéticas novedosas y difíciles de pronunciar. También hemos podido ver niños y niñas de color, magrebies, sudamericanos, chinos, negros y mulatos, vestidos con corbatas y faldas plisadas de uniformes de colegios privados.

Las polémicas que se puedan crear al respecto son de todo punto anacrónicas y malintencionadas, cuando no nos ha importado lo más mínimo ver a filipinas con cofia o sudamericanas colgadas del brazo de triunfadores o sujetando el peso de sus mayores...


Pero, sin duda el mayor cambio está en la cuestión estética y gastronómica. No solo la explosión de sus restaurantes, sus bares, sus músicas, sus coloridos y sus tiendas de alimentación, sino también cómo han roto con el molde. Cómo ha dado la talla de cintura y han desbordado el límite impuesto por los modistos, doblegando a las franquicias a sus medidas, sino también cómo han demostrado que la tiranía del gimnasio y de la dieta no es capaz de eclipsar su ritmo sabrosón...

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