A las 8.30 en el Vesuvio. Después a tomar unas cañas por Malasaña... y paseo por la gran Via de retirada...
Hubo cambio de planes. Entrada con atasco y según llegué al hotel me tuve que dar una ducha y cambiarme, porque en Madrid ya era verano. Cuando al fin salí del metro en Callao, el sol estaba en ese punto mágico que te permite observar sin ser visto. Así que me aposté a la sombra de un kiosco junto a los hermanos heavies del semáforo de Telefónica y disfruté de la pasarela humana un buen rato. Hasta que los colegas me llamaron desde una terraza de la plaza de Chueca y ahí cambió el tercio.
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