Acabamos de comer, hace calorcito. Sopor... La primera opción era un africano muy recomendable que se llama Teranga, en la calle La Nau, que pone un refresco de gengibre con efectos secundarios recomendables. Pero no pudo ser. Todo el mundo tiene derecho a vacaciones, incluso los emigrantes en Barcelona. Tal vez se vieran obligados a cerrar, en contra de su voluntad, por el efecto persianas abajo del barrio... La segunda opción era un kebbab en torno a la Boquería, pero ya estabamos muy lejos. De haberlo pensado antes. Finalmente nos vamos a un árabe que hay al otro lado de la esquina, pero que tiene que improvisar unos cuscús para no desairarnos y para no perder un cliente que ya no esperaba, todo hay que decirlo.
Ahora nos encaminamos a la Barceloneta, a tomar un café con hielo en las terrazas que dan al mar y al ver a esta pareja por este callejón no puedo más que acordarme de la canción de Javier Ruibal, La bella impaciente, o Pensión Triana, y siento una profunda envidia...
Ahora nos encaminamos a la Barceloneta, a tomar un café con hielo en las terrazas que dan al mar y al ver a esta pareja por este callejón no puedo más que acordarme de la canción de Javier Ruibal, La bella impaciente, o Pensión Triana, y siento una profunda envidia...
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