lunes, 26 de enero de 2009

Miedo al Todopoderoso

Granada, 2007

Cuando veo tanta devoción, tanta entrega, siento miedo. Me acuerdo de aquella cantinela de Paco Ibañez... (otro día, que canto muy mal).

Cierto es que su sombra es alargada. Ellos dicen ver la luz, ser portadores de ella, mientras que los otros permanecen en las tinieblas y a las sombras les condenan para la eternidad... ¡Que palabras tan duras!, cómo tiene que acojonar escucharlas en una de esas desproporcionadas catedrales que los turistas visitan, cuando viajan a la Italia de Berlusconi y pagan un precio y se cubren con unos trapos que ha dejado el anterior, pero que ellos dicen "púdicos", cuando lo que de verdad parecen es antihigiénicos.

Pero la fe es lo que tiene: lo mismo se besa un leño babeado por miles de fieles que la mano de un hombre (siervo de su señor) ataviado con prendas especiales para celebrar sus ritos, adornadas lujosamente con telas, brocados y piedras lujosas, pero de cuyo estado de salud nada conocemos, ni si padece enfermedades contagiosas, afecciones cutáneas, venéreas o ambas. Pero como tienen prohibidos los métodos profilácticos... Amén.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y ahora su líder va y desautoriza a los anteriores des-excomulgando a los lefebvristas. Desde mis terribles tinieblas necesito que me expliquen cómo es posible que si los papas (los de Roma, no los de “ajaá me maten”)son infalibles se desautorizan unos a otros.
Para Lefebvre Juan XXIII era un anticristo (según Juan G. Bedoya hoy en El País). Parece obvio que Juan XXIII pensaba lo mismo de Lefebvre y por eso lo expulsó de la “panda”. Tal como pensaban los siguientes TRES papas, pero ahora llega esta reencarnación de viejas ideas (por qué no ha abierto la boca sobre la invasión de Gaza) y todo a la mierda: la excomunión, los ritos en idiomas comprensibles para quienes quieran asistir a ellas (conmigo que no cuenten), la credibilidad de los papas (de la infabilidad ni hablamos) y algo que yo pensaba que era patrimonio exclusivo de quien se viste con faldones blancos, el nombramiento de obispos.
¡Bingo!, yo me apunto a la fiesta de El Palmar. Razones ofrezco: En Sevilla casi siempre hace bueno. Es más fácil ser obispo en aquella fiesta, que cura de parroquia (no tienen que yo sepa). La pasta llega en camiones desde algunos países europeos que llevan siglos adhiriéndose a cualquier grano en el culo de la I.C. Se dirigen a los fieles en idioma comprensible: (aquí la anécdota de un buen amigo hace más de 25 años) visitaba las obras eternas de su basílica cuando llegó a un lugar en el que al parecer debería arrodillarse, el buen andaluz ignoraba esa circunstancia así que permaneció en pie. Rápidamente se acercaron unos sacerdotes con aspecto de matones de discoteca, pero más rubios y empujándole verticalmente desde los hombres le decían: “fratelli, fratelli”.
Ahora que lo pienso, “hermanos sí, pero tú de rodillas”. ¿Y dicen en Roma que no son iguales?