martes, 20 de enero de 2009

El Buen Gusto

NY, 2008 Este lugar, en una calle cualquiera del Village, cuando salía satisfecho y feliz de tomarme mi desayuno americano, había una luz y un colorido tan especiales que sobraba esa pintura

Mi hermana tiene obsesión por las plantas. Las cuida obsesivamente. Bueno, también es obsesiva con el lavado de ropa, por colores, con artilugios especiales para su cuidado y conservación del color, con métodos estudiados para su secado. En fin, a lo que iba, que tiene unas plantas tan espectaculares en casa que una vez un amigo suyo de la alta sociedad catalana le dijo: "tienes unas plantas tan bonitas que parecen de plástico".

No ese, que hoy es dentista y seguramente sabrá bastante de plásticos haciéndose pasar por lo que no son, sino un arquitecto del STV (Santander de toda la Vida, de esos que usan su segundo apellido porque es el que aporta la referencia de alcurnia), pretendió en una ocasión darme una charla sobre "el buen gusto" (no la furgoneta de helados que con ese nombre se pone en verano en Langre, que más hubiera querido yo). Sin duda no estuve a la altura de sus explicaciones y mis respuestas no fueron de su agrado, porque hoy en día nos cruzamos y no me conoce.

Yo mantendo que "el gusto", como referencia de atracción por determinadas cosas, es un ejercicio clasista y "el buen gusto", en ese contexto, no es sino una exclusión elitista, generalmente ligada al mayor coste de los objetos, denominados "de lujo". No siendo por tanto una cuestión cultural, sino económica. Como decía Pierre Bordieu: "el dinero le ha ganado la batalla al arte"

No hay comentarios: