Chipiona, octubre 2014
Es estupendo tener en quién delegar. Sentirse el capo di capos, mientras el trabajo lo hace el relevo. Una situación que en la vida real no hace sino imitar burdamente a la ficción. Nadie quiere dejar la poltrona. Nadie quiere pasar a un segundo plano. Se llenan la boca con regeneración mientras se atornillan a los sillones de presidencia, de los que sólo salen con los pies por delante. Los mismos que jubilaron anticipadamente a la generación anterior porque tenían prisas por cambiar el mundo. Su mundo. Que nadie ahora se lo va a usurpar por las buenas... Vale, pues hagámoslo por las malas...
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