Barcelona, octubre 2014
A menudo los hijos se nos parecen, y así nos dan la primera satisfacción; ésos que se menean con nuestros gestos, echando mano a cuanto hay a su alrededor... Bonita canción de Serrat. Quien, por cierto, nació en el Mediterráneo, igual que yo.
Sin embargo, esa letra tan sonora en la garganta dulce del Nén, puede llegar a ser el zumbido de una mosca cojonera cuando se la machacas insistentemente a tu propio hijo.
Es verdad que les damos oportunidades que nosotros no tuvimos. Pero tampoco es seguro que nosotros las hubieramos aprovechado mejor que ellos. Ni tan siquiera de otra manera. Ni con tanto disfrute. Eran otros tiempos, no se si mejores o peores, pero eran los nuestros y ahora son los suyos. Y yo los veo en color, aunque las noticias se empecinen en que se vuelvan grises.
Barcelona, octubre 2014
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