Estoy pasando el verano de la mano de las aventuras de Kurt Wallander, el taciturno policía sueco de Henning Mankkel, instalado en el clima gris de una sociedad individualizada y fria. Cargando con un desencuentro familiar que va desde una pareja descontenta y huidiza, una hija distante y hasta un padre gruñon, solitario y pejiguero... ¡Que envídia! ahora ya se porqué las suecas querían poner en su vida a un Fernando Esteso.
Pero el tema no era Wallander, sino su padre, ocupado exclusivamente en pintar el mismo cuadro una y otra vez durante veinte años: un paisaje de bosque, con dos únicas variantes: con y sin urogallo.
Yo soy más de Goya, de un tormento en torno al si la maja ha de estar vestida o desnuda. Pero en otro escenario: en una cala del Mediterraneo.
Pero el tema no era Wallander, sino su padre, ocupado exclusivamente en pintar el mismo cuadro una y otra vez durante veinte años: un paisaje de bosque, con dos únicas variantes: con y sin urogallo.
Yo soy más de Goya, de un tormento en torno al si la maja ha de estar vestida o desnuda. Pero en otro escenario: en una cala del Mediterraneo.
Cala Llentrisca, Ibiza, agosto 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario