Tenemos, quienes vivimos, una vida que es vivida y otra vida que es soñada; y la única verdadera, es la que está dividia entre la cierta y la errada... Algo así decía Pessoa, pero en portugués, que suena mejor y más pousado.
Los espejos a veces nos muestran que no siempre estamos del otro lado. Yo, por ejemplo, me encontré en Ibiza, de vacaciones, junto con Sara Carbonero, aunque el periódico de ese día la situaba a ella en San Francisco, con Iker. Pero también hablaba del índice Nikkei y de mercados de futuros. Y todas esas cosas son para mí tan irreales como Sara y su mundo del Hola y adiós.
Yo, en realidad, estaba pensando en qué tal le quedaría ese vestido a mi chica y que tengo que empezar a cuidarme, que ya voy siendo todo un señor (al menos así me llamaban las dependientas y camareras veinteañeras).
Los espejos a veces nos muestran que no siempre estamos del otro lado. Yo, por ejemplo, me encontré en Ibiza, de vacaciones, junto con Sara Carbonero, aunque el periódico de ese día la situaba a ella en San Francisco, con Iker. Pero también hablaba del índice Nikkei y de mercados de futuros. Y todas esas cosas son para mí tan irreales como Sara y su mundo del Hola y adiós.
Yo, en realidad, estaba pensando en qué tal le quedaría ese vestido a mi chica y que tengo que empezar a cuidarme, que ya voy siendo todo un señor (al menos así me llamaban las dependientas y camareras veinteañeras).
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