Madrid, abril 2014
Parecen encantados con esa vida que llevan. Amarrados o sueltos, ellos siempre pendientes de lo que dicte su amo. Sentados, sin nada que hacer, tan solo esperando la orden caprichosa o el abandono por astío. De vez en cuando les dan un mendrugo extra o las sobras de un festín. Entonces habrá merecido la pena mover el rabo. O lamer la mano que te da de comer. Incluso ponerse a cuatro patas.
Madrid, abril 2014
Madrid, abril 2014
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