Rastro, Madrid, abril 2014
Antiguamente la gente se autorretrataba. Se tomaba una foto a sí mismo ante un espejo o pedía a su pareja que le tomara la foto así o se ponían juntos y pedían a un paseante que les tomara la foto. Ahora parece que hay mucho miedo a que la gente, incluida la novia, salgan corriendo con la cámara, sobre todo con esos móviles tan caros y exclusivos con los que la gente se selfea a todos esos megapixels. El autorretrato es pudoroso, insinua una bandera republicana y hace un guiño con la cámara. El selfie es casi siempre narcisista y nos muestra excesivamente felices y satisfechos con nosotros mismos.
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