Manta Rota, julio 2013
"Chupar con exceso el jugo de la tierra. Menoscabar, agotar una fuente de riqueza sacando de ella mayor provecho que el debido".
Es sólo un niño, no hace daño a nadie. Está jugando con un redeño en la orilla y enseña a sus padres los pececillos que coge de la charca y mete en el cubo. Luego los llevará a la arena seca, como si fueran sus mascotas de ese día de verano. Y al caer la tarde, ya muertos, el padre o la madre les dará cristiana sepultura a escondidas del crio. No se vaya a traumatizar con el nuevo final que han escrito para Nemo.
Hay otra versión del cuento. En la que alguien increpa al depredador y le recrimina el daño que causa al ecosistema llevándose a punta de navaja las últimas lapas, percebes y mejillones que aún resisten agarrados a las rocas de la bajamar. Demasiado pequeños para el anterior buscatesoros. Y el "pescador" se defiende con el discurso que lleva aprendido por si aparecen los guardacostas: Es que estoy en paro... No le da vergüenza, le escupe su novia. Que no le pase a usté y no tengan sus hijos pa'comé...
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