Puerto de Pollença, mayo 2013
Cuando uno cree tener recorrida más de la mitad de la travesía espera vislumbrar más pronto que tarde un horizonte al que agarrarse como a un clavo ardiendo y fijar en él el punto de salvación. O, al menos, de arribada. Esto cobra mucho más sentido con los creyentes, puesto que siempre dejan su suerte al albur de designios de otros seres, a los que otorgan el rango de superiores. A eso se deben, supongo, esas caras beatíficas de las estampas de mártires que yo nunca he conseguido captar con la cámara, más cercana a las pasiones humanas y mundanas. Y más cerca del suelo, también. Ya está más cerca el viernes...
Puerto de Pollença, mayo 2013
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