Ciudad Encantada, Cuenca, junio 2011
Conforman un grupo femenino eterogéneo. Tanto en edades, como en aspecto físico y forma de vestir. No acabo de decidir si son un grupo de profesoras, o de funcionarias, unas premiadas empresarias de éxito, un grupo de amas de casa o de compañeras de la escuela de idiomas o del gimnasio o del baile... Seguramente a la tarde nos las encontremos merendando tartas o pastas en el parador. Ahora celebran dicharacheras que han sido capaces de treparse ellas solitas, sin ayuda de hombre alguno, a esa especie de primitiva caverna, que ellas han decidido que caricaturiza los pisos de treinta metros cuadrados que propuso cierta ministra como solución a la vivienda juvenil y empujón a la emancipación de toda una generación, que nunca se produjo. Se rien, ni tan siquiera caben tres y sus recien compradas pamelas, que engrosarán la colección que decora sus pisos de solteras, o separadas, en los que comparten salones con mascotas de porcelana, o terracota o quizás pequeñas piezas exclusivas de carne y hueso reinando en el sofá.
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