Cuando eres "hijo" una de las cosas más humillantes y difíciles es tener que pedir dinero. A tus padres. Tener que dar explicaciónes. Rendir cuentas. Establecer prioridades propias frente a las ajenas. Algo que el día a día lo puede contaminar bastante.
Cuando te conviertes en "padre" o, simplemente, en la persona en la que recae el peso de "traer el dinero a casa", esa losa puede aplastar muchas ilusiones. Puede, incluso, hacer a la ideología y a la fantasía rehenes del salario. Y, lo que es peor, cohartada de la cobardía.
Pero cuando eres tu quien da la vuelta a la historia, tal vez "contra natura", la cuestión es perversa. Alegría, satisfacción e incosciencia, se mezclan con una cierta "vergüenza". Y eso que muchos pensaban que no la tenía.
Pero cuando eres tu quien da la vuelta a la historia, tal vez "contra natura", la cuestión es perversa. Alegría, satisfacción e incosciencia, se mezclan con una cierta "vergüenza". Y eso que muchos pensaban que no la tenía.
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