Palma, julio 2014
Después de la bandera, el otro símbolo con el que parece garantizarse el pedigrí es con el nombre de la "patria". La interjección, el calificativo o el sustantivo que la acompañen poco importa, porque no aportan nada nuevo, nada que no se sepa al oir el tono y la modulación grutural de quien lo bocifere. "Arriba", "Siempre", "Una", "Grande", qué más da si nace una nueva. El caso es matar y morir por ella.
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