Marrakech, marzo 2012
Pedir una limosna es diferente a pedir un rescate, aunque en el fondo es lo mismo: reconocer una necesidad de ayuda para salir del hoyo. La diferencia es que el rescate da la salvación del secuestrado, pero entregando el dinero a los secuestradores, sean estos piratas, sus abogados, o sus gobiernos. Y además, el dinero pedido hay que devolverlo.
Es curioso esto del primer mundo. Los que necesitan ayuda son los bancos, para poder cargar con todos los pisos embargados y las construcciones caprichosas de amiguitos del alma. Convierten así sus deudas privadas en deudas públicas, aunque para pagarlas haya que arruinar a la educación, a la sanidad y a la clase media (alta, baja, autónomos y trabajadores varios, de cuello duro, de delantal, de buzo y/o de uniforme de policía o militar, el uniforme de sotana de esta se ha salvado).
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