El mar no es tan bravo como lo pintan, ni los rayos son tantos como los que ponen en los mapas del tiempo. Sin embargo la sensación de frío y de invierno aplasta la belleza austera del paisaje. Por un momento siento la misma desazón y la misma tristeza que sentía en los atardeceres de otoño en la Mancha hace veinticinco años.
A Coruña, diciembre 2009
Las ciudades grises, por mucho que nos reciban calurosamente, siempre nos resultan frías. Parece que nos quieran dar la espalda y mostrarnos su cara más fea, más hostil. Como si tuviéramos pinta descarada de forasteros a los que es posible engañar o desorientar. Y quizás lo somos más de lo que nos pensamos. A pesar de la globalización, a pesar de vestir las mismas marcas y parecer que hablamos el mismo idioma.
Libré un frente y en Asturias me atacó otro. He llegado exhausto como el marinero que luchó contra los elementos. Y con la misma sensación certera de que a los elementos no se los puede vencer.
Libré un frente y en Asturias me atacó otro. He llegado exhausto como el marinero que luchó contra los elementos. Y con la misma sensación certera de que a los elementos no se los puede vencer.
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