Burgos, abril 2013
En el afán de ser modernos hay dos tendencias contradictorias que conviven sin problemas aparentes, en un mundo en el que todo vale si aporta valor añadido y genera plusvalías. Me refiero a la reinterpretación del espacio urbano y al gusto burgués por el "vintage". Por arte de magia una casa típica de un barrio periférico se queda incrustada en la remodelación del espacio urbano y la reinvención de una ciudad castrense y clerical en turística y cultural.
Y así, si vamos abriendo el plano, nos encontramos con la casita que ha quedado fagocitada por la deconstrucción del barrio y su metamorfosis en antesala de un Centro de Arte,
El de Burgos, en el que además, si nos damos la vuelta, vemos que hay dos fabulosas exposiciones: la de Mateo Charris con el arquitecto Larrañaga, que curiosamente habla de otra situación similar en Cartagena. Y la de mi admirado paisano Eduardo Gruber, quien sin duda ha encontrado oro sin salir de su estudio de Santander. Todo un milagro.
Burgos, abril 2013
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