Cuenca, abril 2013
He estado viendo los videos de "La Voz de la Imagen" y me vino la idea de que los fotógrafos documentalistas de una determinada época tenían una mirada más límpia. No quiero decir más pura, ni más inocente, sino menos contaminada. Había menos saturación de imágenes y tanto los fotógrafos como el mundo que les rodeaba eran más incautos a la hora de "tomar" o dejarse "capturar". Términos lo bastante descriptivos, aunque no tanto como el gallego "quitar fotografías", de lo que significa según el punto de vista el hecho de fotografiar a otros.
Luego está el tema de las tradiciones. Las ancestrales, como esa de tirar la cabra desde el campanario o la del toro lanceado, y las sacrosantas, como las semanas santas y demás puestas en escena de los ritos religiosos. Acercarse a ellas es asistir al gran teatro del mundo: del drama, del humor, del terror y del absurdo. Según se mire. Pero nadie negará que son "historias".
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