Marrakech, abril 2012
Cuando se pierde el contacto con la realidad uno se siente dos metros por encima del suelo. Por encima del bien y del mal, como caminando sobre las aguas. Y se confunde el milagro económico con los superpoderes del banquero. Parece que todo lo puede, que no hay nada ni nadie que se le ponga por delante. Ya sea para inaugurar un pantano, como para anegar una bahía con hormigón. Y da lo mismo que el palio lo aporte Alá, el Dios de los cristianos o el que sea que ilumine a los jeques de Qatar... Pero un día vas y te despiertas y caes de bruces contra los adoquines y ni tan siquiera una alfombra mágica de calzado usado te librará de la santa hostia que te hará ver por última vez esas estrellas que una vez rozaste con la punta de los dedos.
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