Santander, mayo 2012
Exterior dia. Seis de la tarde. Muro de iglesia. Personaje rendido, abatido, la cabeza caida sobre el pecho en actitud inerte. Etnia sin determinar. Vestimenta de obrero, quizás...
La realidad nunca es objetiva. Las iglesias, sin embargo, siempre fueron igual. La gente "caida", dentro o fuera, según los casos, abatida. Y el pararrayos arriba, protector. Los muros y sus agujeros y sus llantos de óxido son la prueba irrefutable de la historia.
¿Gracias a dios?. Ya no es viernes.
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