Madrid, mayo 2012
La elegancia es un grado de distinción. Como también lo es la estridencia. Este limpiabotas castizo hace honor a su oficio pregonando que la elegancia empieza por los zapatos. Si vendiera sombreros diría que va de arriba abajo, igual que opinan todos los que están por encima. Pero este obrero del betún se encuentra a ras de suelo, como yo.
Una vez un arquitecto me quiso dar una lección de "buen gusto", que curiosamente es ese que siempre está del lado de las clases dominantes, que les viene de cuna. Y al que nunca acceden los pobres, ni tan siquiera ahorrando. Por eso cuando un banquero aparece de traje y corbata roja, rodeado de todos sus bancarios, vestidos también de traje y corbatas rojas, no tienen el mismo brillo. Ni tan siquiera el rojo es el mismo. Son de otro paño...
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