Riaño, mayo 2012
El último pantano de la etápa del generalísimo ni tan siquiera fue inaugurado. Simplemente se cerró y se inundó. Tal vez para ocultar la vergüenza de haber empezado a construirlo en 1965 y no concluir la "faena" hasta la nochevieja de 1987, con no poca alevosía y algo de nocturnidad. Hoy es algo más que un símbolo de la memoria de muchos olvidos y de tantos desatinos. Como lo es el estacionamiento de esta maquinaria en medio del paisaje de edificios de pisos desperdigados y anuncios de construcciones de chalets de lujo que prometen cumplir los mismos plazos que la "presa"...
1 comentario:
La última vez que vi Riaño pasaba en autobús en dirección a León. Las casas del pueblo eran montones de piedras entre los que algunas personas pululaban intentando extraer algo útil (supongo que recuerdos, memorias y cosas así). Entiendo que aquello era lo más parecido a la devastación tras una guerra; una guerra que habíamos perdido sin remedio y en la que los ejecutores, aunque probablemente no las mentes pensantes, eran los mismos que, de entrada, no nos iban a meter en la OTAN.
Recuerdo también que por aquellos días leí un cuento de un escritor de León, tal vez José María Merino aunque no estoy seguro, que contaba como silenciosa y paulatinamente las cúspides de la Catedral de León se llenaban de cigüeñas hasta un número nunca visto en la ciudad; y cómo, en un momento dado ante la alarma de la población, todas abrían sus alas y se elevaban llevándose completa la Catedral al mismo lugar en el que había desaparecido el pueblo de Riaño. Supongo que eso es literatura, a la par que justicia poética, a falta de otras cosas.
Un abrazo, compañero.
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