Cuando uno se va de vacaciones cierra un capítulo. Y, por consiguiente, el periodo vacacional es un tumulto de planes de futuro y cambios radicales en el planteamiento vital. El regreso es el choque emocional con la realidad que se dejó aplazada. De ahí el síndrome post-vacacional, que no es ninguna entelequia.
Casi siempre ese choque es brusco y unas veces desemboca en depresiones y resignaciones y otras en rebeldía y revolución total.
Yo dejo mi silla llena de proyectos y el escenario aseptico de los hoteles abandonado y vacío, para la mudanza prevista, anunciada, aplazada y conjurada.
Os dejo, me toca soñar...
Yo dejo mi silla llena de proyectos y el escenario aseptico de los hoteles abandonado y vacío, para la mudanza prevista, anunciada, aplazada y conjurada.
Os dejo, me toca soñar...
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