lunes, 19 de julio de 2010

Esa eterna inmadurez

Madrid, 2007 (Barrio de Malasaña?)

Justo cuando yo dejo de ir a Madrid habitualmente es mi hija la que va a para allá. Va a estudiar y se pasará al menos cuatro o cinco años allí. Creo.

Mi madre nacio en Madrid, pero hoy ya no lo conoce. Mi hija quizás llegue a conocerlo. Yo lo he frecuentado y tampoco lo conozco. O no lo suficiente.

Cambiamos y las ciudades también cambian. Nosotros siempre, a cualquier edad, nos creemos lo suficientemente maduros y dueños de nuestra vida como para tomar decisiones. Las ciudades siempre se creen mejores y más acabadas de lo que están. Y las obras, como los cambios de la edad, nunca terminan y nunca son definitivos.

Lo importante es la capacidad de asombro. La madurez tiene algo que ver con eso. Y también con la capacidad de asimilar los cambios sin gritos ni aspavientos. Creo.

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