viernes, 17 de julio de 2009

Vecinos

Porrua, Santander, julio 2009

Pasaba en coche por el barrio de mi infancia y de repente se me apareció una imagen de mi álbum de familia (y conste que, dada mi escasa memoria, tiene muy pocas páginas). Como si fuera aquel niño que demoraba en las calles del barrio la hora de volver a casa a hacer los deberes de la escuela, volví a ver a una de aquellas vecinas que siempre le contaban a tu madre que habías hecho tal o cual cosa. Esas vecinas de misa diaria y cuenta en la tienda, que están al corriente de todos los deudos y todos los altercados, que son de misa diaria y comunión dominical, que cuentan uno a uno los maridos que llegan al anochecer disputando el paso con las esquinas, un tanto cargados de jornada y aturdidos de vino barato. Una mujer formal, discreta, que gasta sus tardes, acabada ya la sarta de telenovelas y programas de morbo en directo, constatando que las calles son inseguras, las gentes que las habitan malas y que el camino recto es el que marcan los curas y la policía. Buenas gentes, no cabe duda.

2 comentarios:

Mingo Venero dijo...

Al ver la foto, antes de leer el título, me he dicho: ¡Esto es Porrua! Ha sido algo muy rápido, me ha sorprendido. Como ya sabes yo también pasé gran parte de mi infancia en este barrio, muchos recuerdos me han venido a la cabeza...

Javier Vila dijo...

Es curioso, a mi los recuerdos de Porrua casi nunca me vienen a la cabeza. Al estómago si, también al corazón, a las tripas o a la entrepierna, porque de ahí hacia abajo fui peor jugador. Y eso que lo intenté: en la pista, en la playa y en el campo... pero se ve que lo mio era más de la zona intermedia. Por eso las fotos las hago más con la cámara sobre el diafragma. De ahí esa lucha mia con la profundidad de campo.