A primera hora de la mañana es bueno airear la casa. ¡Aire!, ¡aire! aire nuevo, aire fresco pa la casa, aire aire pasa pasa, ke tenga la puerta abierta la alegria pa la casa... Claro que eso es en el verano del Sur, en el norte áspero y un poco hostil del Cantábrico es mejor guarecerse en puerto del vendabal. Las gaviotas lo hacen. Vuelan tierra adentro cuando amenaza temporal.
Las gaviotas no son buenas vecinas, son ruidosas, agresivas y ladronas. Los marineros tenían un buen entendimiento con ellas. Pero ahora que ya no hay pesca, ni pescadores que limpien peces grandes y regalen las tripas a las gaviotas, no les queda otra que competir en el terreno de la basura doméstica, robarle la comida a las palomas y a los gatos y hurgar en los contenedores.
Yo tengo una vecina muy amante de los animales, que les baja recipientes con sopa a los gatos del barrio. Allá se acercan las palomas, cautas, a sentarse a esos manjares. llamando la atención de las gaviotas, ávidas de carne blanda de pichon. Como podeis imaginar, el cabreo de los gatos, la agresividad de las gaviotas y la candidez casi bíblica de las palomas, convierten el acto caritativo de mi vecina en un espectáculo gore del tipo documental de sobremesa. Y yo, cuando al salir con el coche termino aplastando alguno de esos recipientes en el bano intento de sortear cadáveres, me pregunto: ¿quién es la mala vecina?
Las gaviotas no son buenas vecinas, son ruidosas, agresivas y ladronas. Los marineros tenían un buen entendimiento con ellas. Pero ahora que ya no hay pesca, ni pescadores que limpien peces grandes y regalen las tripas a las gaviotas, no les queda otra que competir en el terreno de la basura doméstica, robarle la comida a las palomas y a los gatos y hurgar en los contenedores.
Yo tengo una vecina muy amante de los animales, que les baja recipientes con sopa a los gatos del barrio. Allá se acercan las palomas, cautas, a sentarse a esos manjares. llamando la atención de las gaviotas, ávidas de carne blanda de pichon. Como podeis imaginar, el cabreo de los gatos, la agresividad de las gaviotas y la candidez casi bíblica de las palomas, convierten el acto caritativo de mi vecina en un espectáculo gore del tipo documental de sobremesa. Y yo, cuando al salir con el coche termino aplastando alguno de esos recipientes en el bano intento de sortear cadáveres, me pregunto: ¿quién es la mala vecina?
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