A veces se hace de noche y nos encontramos en una calle desierta, de una ciudad lejana. Y nos paramos ante una puerta cerrada y nos preguntamos qué habrá detrás. Gente hostil u hospitalaria. Un interior abigarrado o vacío. Y no siempre el exterior es una pista fiable de lo que nos podemos encontrar. Lo que no hace sino contribuir a nuestro desasosiego ante lo ignoto.
¿acabaremos siendo el matador o la bestia torturada y sacrificada hasta la muerte para divertimento del "respetable"? ¿pero cómo saberlo si no salimos al ruedo?
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