El viernes vi una película italiana en los cines Groucho. Ese ciclo gratuito de cine europeo en v.o.s. que ha programado ese empresario atípico y contracorriente que regenta unos cines urbanos, con programación de calidad, luchando por sobrevivir en un entorno hostil de subvenciones municipales a amiguotes, de filmoteca regional sin rumbo y sin salas (cuando no cerradas por la visoñez de un alcalde, agrietadas por el abandono y la especulación urbanística sin coto).
Pero yo iba a hablar de esa película. Aparentemente tan divertida y que me dejó tan tocado. Tan enfrentado al pasado y al presente. Y temeroso del futuro.
Un niño, hay que ver que cosa más insignificante y más debil. Y como te cambia la vida un niño.
Pero yo iba a hablar de esa película. Aparentemente tan divertida y que me dejó tan tocado. Tan enfrentado al pasado y al presente. Y temeroso del futuro.
Un niño, hay que ver que cosa más insignificante y más debil. Y como te cambia la vida un niño.
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