Madrid, noviembre 2013
Este hombre hace equilibrios para mantener su tienda abierta un sábado por la tarde, mientras que en la cera de enfrente otro negocio hace miles de millones de euros de beneficio con las puertas cerradas. Y no lo digo sólo porque es sábado y ya no trabajan, ni tampoco porque el grueso de sus ingresos les venga, por via directa o indirecta, de las arcas públicas. Lo digo porque sus puertas, en contra de lo que anuncian los carteles de sus ventanas, están cerradas a la financiación de los particulares y las empresas. No soy de Torrelavega, pero siento la misma arcada cuando veo un insultante anuncio en televisión del otro banco, el azul, que saca a las pymes y autónomos en una especie de terapia de alcoholicos anónimos. Nos han tomado por tontos. Y lo peor es que siguen ganando dinero.
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