Pintada en la puerta de la Fundación Antonio Pérez, Cuenca, abril 2013
Hace un par de días se paseaban las cámaras de la televisión asturiana
por la Calle del Sol, filmando a un vecino de nuestra calle, nacido en la
región vecina, para un programa titulado “asturianos por ahí” y la presentadora
se asombraba de la actividad cultural del vecindario de la zona. Y nos
preguntaba si era un hecho aislado o Santander tenía ese nivel de participación
ciudadana que aquí se respira.
Esa misma noche, asistía a una audición de unos músicos daneses de
jazz, desplazados expresamente, para actuar en un bar del barrio, atraídos por
el nivel de las actuaciones que se organizan en la zona y que ya están
empezando a tomar nombre en el mundillo musical. Actuación que, por cierto,
había sido destacada en las páginas de su periódico, por la calidad del grupo y
por tratarse de una rara oportunidad de deleitarse con ese nivel de jazz.
Además, gratis.
Estábamos los asistentes silenciosos y expectantes cuando irrumpió en
el local un grupo de policías, que saltaron de un furgón como si se tratara de
una operación televisada. Y, haciendo notar su presencia con formas que nadie
tildaría de cortesía, conminaron al dueño del bar a salir al exterior con la documentación
pertinente. Ya en la calle, ante la indignación de los asistentes a la
“intervención policial”, los agentes “convencían” de sus razones a golpe de
acta de infracción y multa, mientras se esforzaban en remarcar que su presencia
era fortuita, porque pasaban por ahí…
Alrededor del grupo de intervención policial y junto al furgón
estacionado en la calle semi-peatonal con las correspondientes luces de
“camuflaje”, los asistentes hacían comentarios sobre el artículo que ese mismo
día aparecía en su periódico sobre el tirón de orejas que un informe de la
universidad había dado a las propuestas culturales del equipo municipal,
tildándolas de rancias, casposas y decimonónicas, cuando no galácticas y
desproporcionadas, según lo que se escuchaba en torno a los policías. ¿Es este el anillo cultural del que habla
el alcalde o son grilletes? Dijo en voz sobresaliente uno que pasaba. Otro,
animado por lo sobreactuada de la situación se animó a recordar un lema que
adornó el final de esta misma calle y que aludía a la “…poca diversión”.
Pero al margen del catálogo de ocurrencias y de titulares que se pueden
construir con tan kafkiana historia, cabe preguntarse seriamente por ¿cuál es el modelo de ciudad por el que
apostamos? ¿una ciudad construida por y para los ciudadanos, con micro
propuestas culturales de calidad, con calles peatonales, terrazas y carriles
bici, que nos sitúen en el mapa cultural europeo? ¿o un parque temático para
cruceristas, con show room y dutty free por 14 euros de presupuesto diario?
Enviado al Diario Montañés para su publicación
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