Madrid, 2007
En agosto, tradicionalmente, la carretera a la playa se atasca, la paciencia se desgasta y la familia gasta que te gasta... No es mi cartera la que se acaba (que ya de principio estaba vacía), es mi paciencia...
Este año, aprovechando que hay crisis, voy a bajar las persianas y a guarecerme del calor en la penumbra. Ya, cuando toque la vuelta al curro, os contaré los viajes de exploración por paraísos ignotos del conocimiento humano (o lo que quiera que me trague en la tele y los periódicos, que no sé por qué llaman basura sólo al pobre aparato).
Eso si, prometo no dejar de tomar contacto con cualquier espécimen raro de la sub-especie humana comúnmente conocido como "el hombre de las tabernas". Feliz canícula.
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