Chipiona, octubre 2013
En los lugares de costa soleada el verano se estira hasta mediados de octubre (mi padre siempre se iba al Mediterráneo la primera quincena). Y coincidiendo con el fin del puente de las banderitas y los desfiles (ese que unos utilizan para reivindicar una, grande y libre y otros una, pequeña y libre, pero siempre siendo ellos los que deciden y mandan, vestidos de romano) los chiringuitos dan el último persianazo de la temporada. Los niños al colegio, el que tenga trabajo al curro y todos deprimidos y encerrados en las colmenas (pisos o adosados, lo mismo da) hasta la primavera. Las gaviotas también lo saben y están dispuestas a trincar lo que puedan, lo mismo que los que venden fascículos o cursos de inglés o pipas de vapeo... humo.
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