Santander, septiembre 2013
Zarpa la última lancha y una pareja de adolescentes apura la despedida en un banco, hasta conseguir quedarse en tierra. El marinero suelta amarras y ella no suelta la mano de él. Que apenas duda si lanzarse rampa abajo a la carrera. Resignado quizás a esa decisión que ya está tomada. Me vuelvo para que piensen que nadie ha sido testigo de su trampa. Y veo esta otra imagen que me recuerda que la resignación a las decisiones tomadas por otros puede llegar a tener dimensiones catastróficas.
Muelle de Albareda, Bahía de Santander, sep 2013
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