martes, 17 de septiembre de 2013

Alicia en el País de las Maravillas

 Barcelona, septiembre 2013

No, no voy a hablar de la Cospedal y alguna explicación suya sobre los bancos y las preferentes. Ese es un sub-mundo de ficción del que, si entras, es más dificil volver que del otro lado del espejo. Yo prefiero hablar de otra fiebre del oro. De esa que les sube como la espuma a ciertas personas. Generalmente de género femenino, aunque no siempre, y con una tendencia tremenda al contagio. Es ese afán por entrar y probarse lo que parece maravilloso puesto en un maniquí de figura imposible y pose contorsionista, las más de las veces. Un espectáculo divertido, cuando no bochornoso, al ver cómo una prenda que tan solo se parece a la del escaparate, deja de tener similitud alguna al ser embutida en formas más humanas. Sin embargo la ilusión, como en los cuentos, lo puede todo. Y el conejo puede ser rosa, igual que la comadre princesa o el que mueve la cabeza negativamente se convierte en madrastra.

Paseig de Gracia, sept 2013

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