Muxia, agosto 2012
El domingo es el día siete. El día de la siesta. El día del filete...
No se a qué viene esto. Como tampoco entiendo la mayoría de canciones que recitábamos de niños, cuando nos llevaban a misa. Esas letras esotéricas y atávicas que decían palabras sagradas y hablaban de misterios inextrincables. Como la santísima trinidad. Luego, un día, algo se rompe y aquello que parecía redondo comienza a mostrar fallos de estructura. Y ya no hay quién se lo trague...
Cementerio de Muxia, agosto 2012
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