Camariñas, agosto 2012
A la sombra del peral se comen las mejores peras... Esa era una creencia taciturna y cerril que tanto hacía ser más pelotas y rastreros a los trabajadores pelotas y rastreros, como confiados y ciegos a los clientes confiados y ciegos. Eso y no la ignorancia, ni la maldad de los malos (que nadie la pone en duda), es lo que hace a alguien dormir la siesta placidamente a alguien, a pleno sol, sobre un banco duro, rodeado de agentes de bancos y aseguradoras aún más duros y temibles que el viento que hace que en esa tierra hasta los árboles incados en el granito tengan que buscar más sustento...
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