La Aldea de San Agustín, Gran Canaria, enero 2012
Estoy tomandome un café junto a la playa, en una tasca regentada por dos mujeres que están preparando el pescado que ha entrado esa misma mañana en puerto. El azucarillo me llama la atención, por que es de una marca que se llama SOL. Y al dorso tiene una de esas sentencias para el hombre que tiene prisa, para el que se toma un respiro de su estresante tarea de empresa. Dice: "El dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida, que necesita un especilista muy avanzado para verificar la diferenca". Es de Woody Allen.
No vierto ese azucar al café. No porque tema que me contagie esa filosofía, sino porque en Canarias acostumbran a echarle leche condensada. Pido la cuenta y una de las mujeres me dice que son 80 céntimos.
Saco dos conclusiones: aquí es donde debía de tomarse los cafés Zapatero mientras tomaba decisiones de gobierno y ahora ya se porqué nunca me he reido con los chistes del clarinetista cineasta. No les entiendo, ni comparto su manera de llevar sus ideas a la práctica.
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