Santander, 1 de enero de 2012
Un neonato que bendice las casas cerradas, o hace de talisman a una venta incierta. Pisos vacíos, devaluados, a medio construir por sentencias judiciales que ponen coto a lo ya demasiado flagrante o sin ocupar por sus agraciados nunca propietarios porque el banco no les dio el crédito para acceder a aquella vivienda social que les tocó en sorteo. El premio de su vida que pasó también por delante de otras mil familias sin que pudieran entrar llave en mano. Pero no preocuparse, rellenaremos parte de la bahía y en el terreno que deja libre el puerto unos amigos harán otras mil y pico viviendas que sí podreís comprar, porque otro amigo banquero os dará los créditos sin problemas. Y un dinerillo extra para que gasteís en el nuevo centro comercial, con parking y todo...
¿A que le hemos pegado una buena mano de pintura al asunto?
El pobre ciego se acabará chocando con el bolardo y será culpa de algún funcionario...
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