Bécherel, Bretaña, France, julio 2011
De cuando yo salí la primera vez de España, con dieciocho años, sólo recuerdo que todo era caro e inalcanzable. Y que volví con dieciocho kilos menos, además de sin un duro. Y durante veinte años más, por lo menos, la historia se repitió cada año. Para un español, salir de la piel de toro, si no era por trabajo, era "raro" y, sobre todo, caro. Comer era todo un lujo.
De aquella anorexia patria me ha quedado como secuela un afan por degustar los paises, por traerme como suvenir toda su gastronomía puesta. Y se nota cada vez que regreso, por el brillo de mis mejillas... Ahora lo caro es regresar y comer en casa. Pero esa es otra historia...
1 comentario:
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