Madrid, diciembre 2014
Madrid, puente de la Constitución, sábado, nueve y pico de la noche. La calle está intransitable. Las tiendas abiertas a ful (non stop) son la decoración navideña de la capital, impuesta por el que gobierna, o sea, el mercado. Los habitantes se han polarizado en dos bandos en el que se intercambian por turnos: los que compran y los que venden. La nueva constitución se rige por una sóla norma: la ley de la oferta y la demanda. Aunque tiene muchas prohibiciones, cada vez más. Pero el supremo acaba de sentenciar que tiene que haber siempre pausa para el bocadillo. Ya no hace falta salir a fumar a riesgo de que te grabe la cámara de video del local. La ley mordaza también prohibe sacar fotos de la gente. Yo me la salto constantemente. Son treinta mil. Me quieren chupar la sangre. Eso, que me la chupen...
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