Cala d'en Bossa, Ibiza, abril 2011
Una legión de italianos y de argentinos ya ha empezado a desembarcar en la isla para la temporada de verano. La crisis global ya parece que repunta y ya empiezan a mostrarse sin rubor los precios de casas por tan sólo un millón y pico de euros. El estilo hippie que hizo de una isla olvidada por la civilización un paraiso para los niños ricos sigue vivo y hoy esos abueletes venden sus legados a la siguiente generación de triunfadores que sabran seguir con el negocio de sacar oro de debajo de las piedras. Una tela de araña más sutil, pero no menos pegajosa.
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