Barrio del Raval, Barcelona, febrero 2011
Cuando como en un bar de barrio no puedo evitar hacer de ello una película. Me afano por establecer relaciones entre comensales, sus estados de ánimo, sus vidas, sus conversaciones. Todo un estudio sociológico que, en lo que se refiere al ámbito de mi alcance auditivo y visual (cada día más limitado) adquiere tintes obsesivos y disparatados.
El otro día había un hombre solo. Y no pude ir más allá de los titulares de su periódico. Incluso el camarero le iba administrando su menú sin tan siquiera preguntarle. Comió despacio. Tomó café. Parecía felíz.
1 comentario:
Somos animales de compañía y la soledad, cuando no es buscada, es triste, auqnue algunas veces se disfrace de felicidad.
Buena foto, magnifico texto.
Saludos
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