Cuando asistimos a una puesta de sol nunca sabemos con certeza cuando lo volveremos a ver salir. Sin embargo la gente, en las terrazas en las que se sirven martinis, aplauden al ritmo de músicas de bajos retumbones... Nunca he entendido esta danza ancestral. A mi me motiva más el amanecer, con esa promesa de luz y calorcito en la piel, todavía tibia de las sábanas.
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