domingo, 14 de febrero de 2010

La vida es un carnaval

New York, 2008

Constantemente oímos eso de que la realidad supera a la ficción y, sin embargo, la mayoría de nosotros vive instalado en la ficción como si de la realidad misma se tratara. Y no lo digo sólo por los que comentan de los personajes de gran hermano o de la prensa rosa como si de compañeros de trabajo o escalera se tratara. O por aquellos que hablan de Mariano o de José María o de "Don Manuel" o "Don Emilio", como si su trato cercano y su tono servil o íntimo, según el entorno, les diera caracter de confidentes o de informados de primera mano... No. Me refiero a algo todavía más preocupante: la mayoría pensamos que el de al lado ha pasado a ser un personaje de ficción. Que si le disparamos saldrá tomate, o que si le despiden o pasa hambre eso sólo durará hasta el descanso del rodaje y se solucionará en el catering del plató...

Y, luego, al llegar a casa, se quitan el disfraz y se largan al carnaval... quizás por eso abundaba tanto anoche el "eterónimo" de payasos?

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