Calle del Sol, Santander, Solsticio junio 2010A menudo imaginamos que todo lo que nos tiene que mostrar una falda es lo que deja ver... Un pensamiento, sin duda, tan antiguo como aquel que inducía a los tenderos a poner toda su mercancía en el escaparate. Claro que el diseño y el marketing no han contribuido a un trueque, ni a un comercio, más justo, ni más sincero, ni más honrado. Simplemente han enseñado a envolverlo más atractivo y sugerente. Y, sobre todo, a que lo deseemos todo y no nos sintamos saciados jamás.
Calle del Sol, Santander, Solsticio junio 2010No obstante, hay faldas cortas que amenazan con abismos y tras ellas se esconde lo único que no se muestra y que, a la postre, resultó lo que nos aguó la fiesta (que tenía novio). Y, sin embargo otras, que aparentemente eran largas en tela y en recato, si las rendimos el tributo de una mirada furtiva a su paso, nos hacen el fatal guiño que alguna vez perdió nuestros pasos.
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