lunes, 27 de julio de 2009

Infancia robada



Tapia de Casariego, Asturias, julio 2009

Hoy es lunes. En Cantabria es puente y, además, ayer terminó Artesantander, por lo que me puedo permitir ser cursi y pretencioso (si es que esas dos "cualidades" alguna vez van disociadas). Todos mis amigos y familiares (Ana Abascal, la pedazo de artista que estaba en Zoom es mi sobrina) han tenido un éxito arrollador en la feria y las cifras, a pesar de la tan cacareada crisis, ateniéndonos a las valoraciones del consejero de cultura, han sido mejor de los esperado.

Pero yo quería hablar de la infancia, esa edad indeterminada que los curas, los políticos, los educadores y los padres, nos empeñamos en hostigar, acotar y destruir por todas las vías posibles: las físicas, las psicológicas, las jurídicas y policiales: cada día hay más cosas prohibidas, cada día es más posible acabar en la carcel o caer en las redes de camellos, proxenetas, curas (a veces todo a la vez) o en manos de un poli eficiente y cumplidor que ve en el botellón o el arte en la pared (el grafitti es otra cosa...) un atentado contra el orden público.

Mi padre sólo me hizo socio del Racing y me apuntaba a los concursos de pesca de la Peña Oscar. Ninguna de las dos aficiones fructificaron en mi. Si al contrario esta otra de la fotografía, a todas luces más improductiva y de menor provecho en mi vida.

Veo a este niño y me entra nostalgia de mi mismo, de mi padre y de mis hijos (los dos parece que heredan mi falta de paciencia para la pesca). Pero no se qué puedo hacer. Os dejo, me voy a ver a mi padre.

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