domingo, 14 de diciembre de 2008

Que duro es ser el perro de un pedigüeño

Granada, 2007

Lo peor no es estar al servicio de un gracioso de esos con carteles de "para vino", "para drogas", "para ...", como era este caso. Un individuo que seguramente si van por allí lo encontrarán. Leyendo el País (ahí es donde me di cuenta de que se había convertido en un periódico de derechas) y negociando con los guiris el precio por posar en sus fotos. Lo peor, sin duda, es que los trozos gordos se los come él, si es que deja alguno al escuálido animal, a pesar de que en uno de los canastos ponga "para el perro". Y que, a juzgar por el gasto en cadena debe de ser el que más recauda.

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